Batalla
sin argumentos, sin armas y sin lamentos. Lágrimas de salva que más allá de
hacerte recordar, no hacen nada. Luz in deleznable de sentimientos porque no
entiendes aun del sendero y sus secretos. Bienaventurada alma libre que se guía
del espíritu, su dueño. Y triste y melancólico vehículo físico, nacido en la
ignorancia, que aun crees ser consciente y autosuficiente. A ti te digo forma
portadora de la no materia que jamás podrás cortar con el As de tu egoísmo,
aquellos vínculos divinos... aquellos lazos de oro y plata ligados por
naturaleza eterna y que sustentan la razón de tu existencia. Y es que vives en
tu mundo iluso de materia, materia bella y hermosa que seduce y encanta con
alegrías pasajeras llenas de fantasía. Tú que has quedado prendado de ella,
date cuenta que ella en el tiempo es solo tu gran Maestra.
Tu
peregrino del más hermoso destino, tú que a duras penas caminas, dando
acongojados pasos, comprende y confía que la gloria del final de esta tu
Aventura, vive en la luz de la penumbras, en las respuestas sin preguntas, en
las alegrías sin sonrisas, en un mundo ajeno donde el Ser humano es parte y es
dueño; en la abundancia de todas las carencias, en el ápice de vida que se
enciende cuando respiras, en el sabor del no deseo, en lo húmedo de las
sequías, en el hálito insaciable de lo desconocido, en la realidad de las
verdades y en el blanco puro de todos los colores.
No
desmayes mi querido caminante sin camino que tus deseos más profundos y aun
desconocidos tienen eco en el paraíso. Vive tu historia personal, tu personaje
con alegría y sin nostalgia; descansa y despierta de a pocos al amanecer de
amaneceres, abre tus ojos con fe ciega que tu esfuerzo ya tiene destino.
Corazón
Amigo portador de esa luz brillante que no cesa de alumbrarte. Corazón Sentido
que conoces todos los caminos, cuida de cada quien aspire consultar tu fuente y
bríndales visos claros de lunas llenas, para que fundidos en la emoción de su
cuerpo y de su mente, entreguen sus actos en tu nombre y puedan responder el
porqué de sus lamentos con tus grandes dotes de sabiduría y discernimiento.
Oh
corazón que añoras latir en el valle de lo inmensurable, en la tierra
inolvidable del olvido; en las lluvias de otoño donde crecen del alma sus
retoños, donde todo lo vivido encuentra su sentido.
Sigue
pues tu divino Sendero y sigue los pasos de ese tu corazón sincero, obedece sus
designios, ten oído del alma para oírle, vístete de intuición y aquieta tu
incansable e insoslayable y traicionera mente. No tengas miedo alguno en
hacerle caso, porque el corazón no conoce del fracaso; háblale con confianza
pues nadie mejor que él para escucharte, pues gobierna el Reino de la
esperanza. Y escucha por favor lo que te digo. No le temas al destino que su
Victoria está asegurada en los Anales de tu Beneficio.
Gian Carlo Díaz Piérola ( Alquino )
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